El día viernes 4 de noviembre Cachulín Álvarez
presentó en Córdoba su libro
"Agustín Tosco y el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.
Ideario político de Agustín Tosco".
A Cachulín lo conocimos en mayo cuando vino al acto de imposición del nombre de Tosco a nuestra Escuela en representación del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Si tienen tiempo lean el prólogo que escribió Osvaldo Bayer. Dan ganas de leer el libro.
UN AUTENTICO HÉROE DEL PUEBLO
Este libro va a ayudar a comprender aún más la atmósfera política y gremial de los años sesenta y setenta. Un aspecto de vital importancia:
Córdoba y su vida gremial y lo que representó la figura de Tosco. Más todavía que se traen documentos muy importantes acerca de esa época pero tal vez, lo más informativo lo constituye una selección muy profunda de los escritos de este hombre excepcional en la historia del movimiento obrero argentino.
El autor ha sido protagonista de toda esa época. Y tiene la calidad de un estilo directo, informativo, sin muchos adjetivos. Hechos.
Testimonios fundamentales para comprender lo que fue ese período de cortos gobiernos –elegidos, pero con prohibiciones y dictaduras crueles y corruptas. Donde la cárcel y la muerte para los protagonistas de una lucha por la dignidad, fueron realidades diarias de un escenario de violencias estatales pero de reacciones populares.
Repetimos: qué paso adelante es que se escriba sobre Tosco y su tiempo. Porque es describir una lucha obrera limpia, idealista, honesta.
Y todo eso se reflejó en un período de abnegación de los integrantes del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Algo, que sin temor de equivocarnos, podríamos comparar con aquellos años de los inicios de nuestra historia obrera, la estoica y épica lucha por las sagradas ocho horas de trabajo. Luz y Fuerza, y luego SMATA, SITRAM-SITRAC pueden igualarse a los obreros panaderos de la primera década del siglo pasado, a los metalúrgicos de la Semana Trágica, a los peones rurales de la Patagonia Rebelde y a los hacheros de La Forestal. El mismo temple, el mismo coraje civil, el mismo desinterés materialista.
Los ideales de la justicia para todos, de repartir el producto logrado, de defender a los débiles de la sociedad. El autor funda el valor de Agustín Tosco en “su dureza para condenar la traición y el engaño, su comprensión hacia quien estaba equivocado, porque era un triunfo rescatarlo, el enaltecimiento de la rebeldía. Y su honestidad”. Tosco afirmaba que los “fondos aportados por los compañeros son sagrados”.
Y su talento y esfuerzo para unir, contra toda división. El autor señala que Tosco supo “unir a peronistas, radicales, comunistas, ateos y creyentes”. Sí, Tosco, un marxista, que sin embargo apreció mucho y fue muy amigo de los curas del Tercer Mundo.
Y sus cárceles, absolutamente injustas. La primera de ella, a los 27 años, impuesta por la dictadura de Aramburu. Y luego vendrán todas las demás pérdidas de su libertad. A los 20 años de edad ya fue
subdelegado en Luz y Fuerza y un año después, delegado. Así empezó su lucha. Todo está descrito en este libro, que sigue paso a paso sus ascensos en la vía gremial, sus discursos, sus cárceles y, tal vez, lo más valioso, sus cartas desde las distintas cárceles donde estuvo prisionero en dictaduras y gobiernos seudo-democráticos. Todo en medio de allanamientos a los locales sindicales por la policía, con violación de puertas y destrucción o robo de archivos y colecciones de libros y periódicos. Por eso, a pesar de la destrucción del archivo histórico de Luz y Fuerza en Córdoba, el autor del libro, realiza un profundo estudio de la época. Así, por ejemplo, se trae la nómina de los que integraron las primeras comisiones directivas y de delegados y luchadores que tuvieron una brillante actuación en esos tiempos de represión, de violencia estatal y de burócratas sindicales colaboradores
de los que ostentaban el poder en cada época. Pero además, se mencionan y se dan datos de las otras actividades que tenían lugar en ese sindicato durante ese período: la colaboración con los estudiantes universitarios, la organización de cursos de apoyo para rendir ingreso a las universidades. Línea que luego continuaría aquella CGT revolucionaria llamada la CGT de los Argentinos. Y no olvida tampoco, el autor, de pasar registro de las diversas publicaciones, que reflejan esa lucha y ese camino; muchos números editados en la clandestinidad, la mayoría de cuyos artículos eran escritos por su secretario general, el “gringo” Tosco. Una vida de lucha, cárcel y exilio, pero también de dignos triunfos populares. Uno a uno aparecen los nombres de los
mártires obreros, estudiantiles y políticos de esa época. Con un joven rostro revolucionario: el estudiante Santiago Pampillón, el mártir de aquel setiembre de 1966. Y luego el “Cordobazo”, ejemplo histórico de la rebelión de las masas trabajadoras y estudiantiles. Y en esa primera fila de las marchas revolucionarias: siempre Agustín Tosco, poniendo el cuerpo y el rostro a los brutales represores de siempre.
Y, después, la larga cárcel. Pero no quedó solo, las calles se cubrieron de volantes pidiendo la libertad del hombre de la lucha ética.
Luego la libertad y el cariño y el aplauso de las masas a su arribo a su ciudad de siempre.
Queremos dejar al lector a que comience ya este libro. Tendríamos para escribir páginas y páginas para estos textos que enseñan y emocionan.
Están los nombres de quienes perdieron la vida, de quienes “fueron desaparecidos”, de quienes fueron fieles a esa vida de lucha hasta sus últimos días. Una galería que emociona y mueve a la gratitud.
Y los últimos meses crueles: Tosco y su enfermedad sin futuro, en la clandestinidad. El destino del héroe sin manchas. Su muerte, pero su entierro acompañado por miles de trabajadores, a pesar de la represión.
Un hecho pocas veces visto en la Historia. Pero quedan sus enseñanzas. Sus escritos, que, como dijimos están representados en este libro con una selección en la que reina la profundidad y la brillantez.
Aunque el lector los va encontrar en este texto, mencionaremos algunos ejemplos que dejan en claro la honestidad, el coraje y la generosidad de Agustín Tosco, “el Gringo”.
Citaremos primero el debate televisivo que tuvo con Rucci, justo entre un representante del sindicalismo combativo y el otro, del sindicalismo burocrático. Tosco le dirá así, en la cara a Rucci, por televisión: “La burocracia sindical es el ejercicio de los cargos sindicales con el criterio de reducir todo el sindicalismo a la tarea de administrar desde posiciones del poder los beneficios sociales, de discutir especialmente los convenios colectivos de trabajo, del quedarse gobernando al movimiento obrero desde posiciones administrativas. Es decir, no asumir la lucha del movimiento obrero como factor de liberación nacional y social. Hay que distinguir entre aquellos que se quedan para repartir lo que hay en los sindicatos y los que luchan desde dentro del sindicato por las reivindicaciones inmediatas y a su vez levantan la lucha permanente por esas reivindicaciones nacionales, por esas otras reivindicaciones latinoamericanas que hacen al cambio fundamental en la lucha con los compañeros. Eso es ser representante sindical y no simplemente burócrata”.Está todo dicho. Rucci miró para otro lado.
Más adelante, ya en 1974, durante el último gobierno del general Perón escribirá en el diario “El Mundo”, del 1 de marzo de 1974: “La burocracia buscará aplastar toda ‘insubordinación’. Desde el disconformismo hasta la huelga más justa. La burocracia se ha asociado firmemente a las patronales bajo la hegemonía de los monopolios y el imperialismo y defenderá tenazmente esta asociación patentizada en el pacto social. Podrá propiciar denuncias o reajustes pero la filosofía del pacto social se mantendrá y promocionará constantemente puesto que lo esencial es el concepto y la práctica de la conciliación de clases.
Ni siquiera a título de ‘alianzas de clases’ sino de una subordinación directa y permanente de los trabajadores y un sistema donde lo central es la explotación del hombre por el hombre”.
En una frase está toda la definición del verdadero socialismo.
En este libro están los reportajes donde Tosco denuncia, con nombre y apellido, a los burócratas sindicales que traicionan a su clase.
Desde la cárcel de Devoto, escribe el 8 de junio de 1971 estas frases de simple lectura que tienen un contenido total de su ideología de vida: “Somos trabajadores, somos argentinos de sangre o espíritu que queremos construir una nueva sociedad, una sociedad más justa.
Una sociedad donde no haya viejitos que después de trabajar toda una vida, tengan que mendigar en largas colas una pobre remuneración o morirse de hambre. Donde no haya niños con toda una vida por delante que tengan que padecer por desnutrición o también morirse de hambre”.
Tosco, con sencillas palabras de un trabajador expresa conceptos más profundos que cientos de intelectuales que nos hablan desde su torre de marfil. Por ejemplo, y para dejar al lector que comience ya a leer el libro, este último párrafo de la carta que Tosco escribió en junio de 1971 desde la cárcel de Devoto: “Lo positivo y posible para el pueblo surgirá solamente de la continuidad de la lucha. La clase trabajadora, el estudiantado, las fuerzas y los militantes políticos populares, los sacerdotes del Tercer Mundo, los profesionales, los sectores económicos agredidos por las desnacionalizaciones y el vaciamiento del mercado interno, y las demás organizaciones del pueblo que luchan en todos los terrenos, pueden derrotar con su unidad de acción, con su identidad fundamental de solidaria,
al imperialismo y sus aliados nativos que tienen como único propósito mantener y consolidar la estructura capitalista de la dependencia y la explotación”.
El gringo Tosco. Cada barrio obrero del país tendría que tener ya una calle con su nombre. Para aprender lo que es honestidad y sentido de la dignidad y la justicia, la CGT tendría que levantar un monumento a él en su entrada. Nuestras universidades tendrían que estudiar sus discursos y sus cartas desde la cárcel. Un hombre honesto, luchador por los derechos de la mayoría. Un Hijo del Pueblo.
Osvaldo Bayer.
Aportado por la Prof. Patricia G. Tizón